Imaginemos las personas que nos han hecho las cosas peores. ¿Nos hemos parado a pensar un momento las razones que inducen a proceder así? Quizás nosotros en su piel hubiéramos procedido de igual o peor forma. A veces ignoramos que detrás de cada persona se esconde una infancia difícil, unas circunstancias personales complicadas... Si tenemos la suerte de que la vida nos ha premiado con equilibrio, honradez y muchas otras virtudes, esto es una suerte. ¡Sintámonos felices y agradecidos!
Aprende a perdonar la mezquindad, la envidia, la ira, el engaño, la mentira, la cobardía, la hipocresía, la venganza, el odio, el rencor, el olvido, la desconfianza, la avaricia, la soberbia, el desprecio, el desdeño, la humillación, las críticas... En realidad son carencias, manifestaciones de una persona que nos duelen, pero que quizás deberíamos compadecer, más que reprochar. Acordaros del aquel refrán español sobre el mezquino "Quien no da lo que vale, no toma lo que desea" Demasiada cruz tienen los mezquinos que no puden esperar la generosidad de nadie ...Y así podríamos aplicar mil refranes a otros tantos...
Si no puedes perdonar a una persona, el problema está en ti. Serás tú el que pagará el coste. Si tienes un pensamiento negativo sobre un enemigo piensa en lo que ocurre: ¿enfado, malhumor, frustración, ira, venganza, recreo mental de las situaciones que desencadenaron la enemistad..? A veces esto dura durante años y el sujeto es un familiar, un íntimo amigo... Si grave fue la ofensa, le daño... peor será el protagonismo negativo que tu le darás en tu yo, en tus pensamientos durante toda tu vida...Piensa que lo que más desconcertará a tu enemigo es tu perdón. Si algunas veces nos han perdonado sin merecerlo, nuestro "enemigo" se ha puesto inmediatamente por encima de nosotros. Incluso, probablemente nos ha hecho sentir culpable y hemos pensado en él como una persona que se ha situado por encima de pensamientos mezquinos y cuya actitud lo lleva ante nuestro ojos a una altura de miras que nos desconcierta.
Practica el perdón. Hay que empezar a trabajarlo poco a poco. Piensa en el problema. Practica la empatía. La empatía es el esfuerzo que realizamos para reconocer y comprender los sentimientos y actitudes de las personas, así como las circunstancias que los afectan en un momento determinado. Es ver con los ojos de la otra persona el problema. Este será un gran paso en el arte de perdonar.
Si perdonas de forma sincera, habrás dado un paso de gigantes en en el objetivo de pensar positivamente
Practicar el perdón es de sabios.
Y recuerda: a más grande perdón, más satisfacción y tranquilidad sentirás en tu cuerpo y mente.
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